En lo alto de las colinas de Caldas, cuando el primer rayo de sol acaricia la neblina, la Aldea Sol de Los Andes despierta. El amanecer aquí no solo es un espectáculo de luz y color; es un recordatorio de que la vida, en todas sus formas, florece en este rincón biodiverso. Desde el trino de las aves y el aroma a tierra húmeda, hasta el susurro de los cultivos movidos por el viento, cada día empieza como una sinfonía natural.

Los anfitriones, Rafa y Derian, son el alma de este espacio. Rafa recibe con manos sanadoras y una visión que inspira a transformar la tierra en alimento y bienestar. A su lado, Derian Restrepo Gallego, con 39 años de experiencia práctica en producción agrícola, pecuaria y ambiental, sorprende por su creatividad y un nivel de autosuficiencia admirable. Su lema, agricultura para la vida, se refleja en cada rincón de la aldea, donde nada sobra y todo se convierte en recurso.

La Aldea Sol de Los Andes es increíble no solo por su alimentación consciente, sino también por su biodiversidad y su congruencia. Aquí, la agricultura es mucho más que producir alimentos: es un proceso holístico que integra terapias, respeto profundo por la naturaleza y una apuesta por la autosuficiencia real. Las hortalizas y frutas se cuidan bajo prácticas agroecológicas, alimentando no solo el cuerpo, sino también el espíritu.

El trabajo en la aldea es intenso, pero también sanador. Cada jornada está llena de aprendizajes que surgen del contacto con la tierra, con los procesos y con la vida misma. Y mientras tanto, la vista regala postales únicas: desde el brillo dorado del amanecer hasta la noche estrellada que parece caer sobre la piel.

En la Aldea Sol de Los Andes no solo se visita un lugar, se habita un ritmo distinto. Uno en el que la tierra, la creatividad y las manos se reconocen, y en el que cada alimento cuenta la historia de un cuidado profundo. Aquí, entre la montaña y el cielo, la vida se cultiva con amor, paciencia y coherencia.

Los pueden visitar en: https://aldeasoldelosandes.com/